BOLIVIA 2016 - 45 días (5 de nov/20 del dic)


BOLIVIA-2016 ( 5nov/20dic-45 días)


Llegamos a Santa Cruz un domingo temprano y desde el aeropuerto cogimos un bus que nos llevó al centro, nos bajamos en la Plaza de los estudiantes y desde allí caminamos un rato hasta el hostal que teníamos ya reservado, salimos a dar una vuelta y nos llamó la atención que no había gente, estaba todo muy tranquilo. Después de comer dormimos una siesta y al despertar pensamos que lo mejor sería marcharnos a Trinidad por la noche, aun teníamos tiempo a dar una vuelta por el centro.

  


Recogimos nuestras cosas y cogimos un bus hasta la terminal, cuando ya teníamos los billetes del bus y las mochilas en la oficina de la flota cenamos por allí cerca antes de montar en nuestro bus-cama.  

Después de dormir toda la noche muy cómodamente llegamos al amanecer a Trinidad donde cogimos una moto-taxi para ir al centro a buscar hospedaje. 

 
Fuimos a Trinidad porque queríamos viajar en barco por el Mamoré pues yo había leído el relato de un viajero en que hacía ese viaje, pero era ya de hacía años y no conseguí encontrar más información, ni escribiendo a hoteles o agencias, lo único que sí existe para turistas es un barco pero no es precisamente lo que nos gusta, así que nos arriesgamos viniendo a Trinidad porque si no lo podíamos hacer desde aquí, llegar a Rurre por tierra sería un palizón absurdo. 
Después de desayunar y sacar dinero en un cajero preguntamos a la señora del hotel para ir a Puerto Almacén, que creíamos que solo se podía ir en moto taxi y como está lejos nos hubiese salido muy caro, la señora nos indicó como llegar a Pompeya, desde donde salen unos taxis cuando llenan, fuimos caminando hasta el mercado campesino de Pompeya, pero está lejos, además hace mucha calor, al llegar nos dijeron que los barcos estaban saliendo de otro puerto más lejos porque en Puerto Almacén no había agua, es porque es el final de la época seca.

Al llegar preguntamos a los trabajadores y nos dijeron que el próximo en zarpar sería el San Luis II y nos indicaron quien era el capitán, hablamos con él y no había inconveniente, podríamos viajar por 400Bs, eso sí no hubo forma de regatearle ni un peso, pero estábamos contentos, zarparíamos al día siguiente a medio día río Mamoré abajo.

Para viajar debíamos de llevar carpa (tienda de campaña), colchón, lo que necesitásemos para dormir, así que cuando volvimos al mercado campesino de Pompeya miramos allí pero no había carpas así que caminamos hasta otro que si había, a medio camino paramos a comer una sopa de pescado que estaba de muerte. Al final nos decidimos a comprar una mosquitera de las de cama grande con 4 esquinas y un par de esterillas porque pensamos que en  la tienda pasaríamos calor al tener que dormir con ella cerrada por los mosquitos. 
Trinidad es una ciudad muy calurosa pero agradable y bastante tranquila, y con muchas motos, al menos por el centro que es por donde estuvimos.

Al día siguiente preparamos todo y cogimos una moto a Pompeya por 4Bs (es lo que cuesta por carrera) al llegar a la parada estaba el capitán y nos dijo que no saldríamos hoy que mañana, porque se habían retrasado en cargar. Así que vuelta al hotel.  
En barco desde Trinidad a Guayaramerín  al día siguiente volvimos otra vez a cargar nuestra mochilas y esta vez sí que estaba el San Luis II ya preparado para zarpar, tuvimos que bajar por un terraplén embarrado, que con la mochila y lo demás casi me caigo, llegamos al barco y nos fuimos presentando a la tripulación, primero a Gloria, la cocinera y su hijo Luis, nos parecieron muy majos y poco a poco fueron llegando los demás, Pablo, Edi, Chato y después llega Ipi, el capitán con su mujer Xuxa y su niña Valeria de año y medio. 
Esa es la rampa por la que bajamos antes de zarpar 
 
 También las mascotas más mimadas del río Mamoré, una perrita llamada Chispita y dos perros, Marino y Nano. Antes de zarpar comimos y ya nos dimos cuenta que la comida era muy abundante y Gloria era una cocinera excelente.  





El San Luis II y el San Luis I viajan todo el año hasta Guayaramerín transportando gasolina en una gran balsa desde Puerto Villarroel o desde Trinidad, dependiendo de la estación por el caudal que lleven los ríos. Además de estos barcos hay otros que llevan otro tipo de carga.   

 Así fueron pasando los seis días que tardamos en llegar a Guayará, en principio pensamos que a los tres días ya estaríamos aburridos de río y barco, pero no fue así, pasaron muy rápido, leyendo, mirando el río, largas charlas con todos ellos y contemplando las peleas entre Chispita y Marino. 



Hay pocas poblaciones en las riberas, y las que hay no se ven, al menos en esta época, porque están apartadas, debe de crecer muchísimo el rio en la época de lluvias.


Vimos cantidad de bufeos (delfines de río), muchisimas capibaras, cantidad de aves como papagayos, loros, espátulas, petas (tortugas), caimanes, además que cada vez la amistad con los demás se fue estrechando.
 
 
Muchísimas capibaras. 


Hacía mucha calor y cada poco tenían que regar la balsa para refrescar aquella “bomba” que llevábamos. 
 
 
José regando la balsa para no salir por los aires. 
 
 
 
 
De regreso de la "compra". 
Muchos bufeos, delfines rosas. 

El baño de Valeria, primero no quería, pero después no quería salir, jeje 
 

A menudo con la lancha auxiliar iban a ganaderías de la orilla del río para cambiar gasolina por carne, mangos, leche, queso y otras veces se nos acercaban pescadores para cambiar su pescado (a veces petas también :-( por gasolina). 

A Gloria la reñíamos porque las comidas eran demasiado abundantes y ricas y estar sin hacer nada y comiendo tanto engordaríamos sin querer (jiji). 

Todas las noches Jose y yo montábamos nuestra mosquitera y dormimos muy bien, menos un día que llovió y nos tuvimos que poner bajo techo en el lugar que usábamos de comedor, la suerte fue que al final no llovió casi nada. 
Nuestro "cuarto".
Despidiéndonos de todos ellos, les recordamos siempre.





Al 7º día llegamos a Guayaramerín y con mucha pena dejamos a nuestros amigos, Valeria ya poco a poco iba teniendo más confianza con nosotros, nos dio mucha pena despedirnos de todos ellos, ese día teníamos que haber quedado en el barco y al día siguiente ya seguiríamos el viaje, pero no lo pensamos y salimos de allí en busca de un hotel con la intención de regresar más tarde a tomar unas cervezas con ellos, pero no fuimos porque a la noche, cuando cerraron todos los comercios, Guayará no nos pareció un lugar muy seguro, así que nos fuimos a dormir.
El lema boliviano "El mar nos pertenece por derecho. Recuperarlo es un deber" 

Al día siguiente fuimos en una moto hasta la terminal y se confirmó lo que ya nos habían dicho que la carretera hacia La Paz estaba cortada en varios lugares por manifestaciones de los campesinos, así que el bus que, en principio, salía a las 8 esperó a que abriesen la carretera, a las 12 nos dijeron que ya había abierto y que partíamos, al llegar acababan de cerrarlo de nuevo, así que dimos la vuelta pero ahora había un nuevo corte, entonces paramos en un lugar que había un mercado y tiendas donde poder comer y comprar bebidas porque abrirían al anochecer, fuimos allá y no abrieron, después dijeron que abrirían a las 12 de la noche, pero tampoco fue así.
Dormimos en el bus pendientes de qué pasaría, al amanecer comunicaron a los conductores que sí podían pasar y ya con los motores arrancados otro grupo se negó y no hubo forma. 
 




En ese momento sí estaban dejando pasar a las personas caminando y Jose y yo aprovechamos sin saber cómo seguir camino, lo que si sabíamos era que Riberalta no quedaba lejos, allí había dos muchachos con motos que nos llevaron, pero a medio camino nos encontramos otro corte, nos bajamos, pasamos caminando y volvimos a coger otras dos motos hasta la terminal.  

Al llegar estaba todo paralizado porque no podían circular para ningún lado, intentamos que nos devolviesen el dinero que habíamos pagado por nuestro frustrado viaje pero no hubo forma, decían que eso solo lo podía hacer el dueño. En una de las flotas si nos dijeron que a las 12 saldrían hacia La Paz pero dando un rodeo por otra carretera donde no había cortes, pero no nos quisimos hacer demasiadas ilusiones. Dejamos allí las mochilas y fuimos en busca de un hotel por si teníamos que pasar allí la noche y al volver vimos que una cholita que venía en el bus estaba allí y le preguntamos, el bus aún seguía donde le dejamos, vimos que el otro bus si iva a salir y nos decidimos, pero hubo un señor que nos dijo que la cholita era la dueña de la compañía de buses y le pedimos el dinero del billete, a la señora no le sentó nada bien pero nos lo devolvió, no todo pero si parte, así que contentos nos subimos al otro bus.  


El rodeo fue muy bonito, al poco de salir de Riberalta cruzamos en una gran balsa el río Beni y viajamos por una carretera de tierra roja rodeada de selva, muy bonita con pueblecitos y algunas casitas y otra vez volvimos a cruzar el Beni, ya para encontrarnos con la carretera principal Riberalta-La Paz, al rato se nos hizo de noche y nos dormimos hasta que llegamos a Rurrenabaque que era nuestro próximo destino. 
 

Hacía 23 años que habíamos estado viajando por Bolivia y nos había encantado Rurre, y por eso queríamos volver, llegamos a media noche y esperamos en la terminal a que se hiciera de día, y nos fuimos en un triciclo hasta un hotel, ese día nos lo tomamos de descanso. Rurre es muy bonito, paseamos por el río, subimos a un mirador, encontramos una piscina con precios para las familias del pueblo y estuvimos allí un buen rato. 






Nos dio pena de Rurre, en principio vimos que no había demasiado gringo, restaurantes y agencias cerrados y no sabíamos por qué, y es que, además de que durante muchos años hubo mucho israelita visitando la zona pero como el gobierno boliviano se declaró en contra de Israel en el conflicto con Palestina, encareció los visados a los ciudadanos de este país y por ello no llegan tantos. Y lo más triste es que últimamente  ocurrieron graves hechos a gringas y la voz, imagino se va corriendo. 






Y para colmo para evitar esto se sacaron una ley de no sé dónde, que el precio mínimo de las excursiones que se pueden hacer a la jungla o a la pampa es de 1200Bs, cuando hace pocos meses estas excursiones se podía hacer desde 600Bs. Me pregunto si por cobrarme más garantizan mi seguridad al 100%, no sé yo… 


Nos dio mucha pena de Rurre, cuando es un pueblo que creció gracias al turismo, que vive del turismo, y que al estar lejos de La Paz el extranjero va allí para hacer excursiones pero con ese incremento de precios tal vez no merezca la pena ese viaje tan largo ida y vuelta, más teniendo en cuenta que el turista que viaja a Bolivia en una inmensa mayoría es turismo mochilero. 




De todas formas nos agradó Rurre, es un pueblo bonito y encantador y pasamos unos días muy a gusto. 



 Queríamos hacer este viaje de día y salimos por la mañana hacia Coroico, camino de La Paz, primero la carretera va por una zona llana y muy calurosa, después de varias horas de viaje ya empezamos la zona de montaña donde están arreglando la carretera y es de esas de vértigo.
 
 

Llegamos a Caranavi y allí cenamos, cuando acabamos de cenar menudo susto que llevamos, nuestro bus no estaba por ningún sitio! Pero poco a poco fuimos encontrando otros viajeros del mismo bus que estaban tan desorientados como nosotros, era un alivio, buf y cuando al fin apareció nos comunican que esperarán a las 10 a ver si encuentran algún pasajero más. 

El tramo de carretera desde Caranavi a Yolosa debe de ser también de morir, pero era de noche y nos dormimos. Llegamos a Yolosa a las 3 de la mañana muertos de sueño y allí nos sentamos a esperar el amanecer para subir a Coroico, por lo menos ahí teníamos donde tomar un café o comer algo, porque en Coroico estaría todo cerrado. 

En el primer taxi que salió subimos a Coroico y tan temprano era que aún había borrachos por la calle (era un lunes por la mañana) y en los hoteles no abrían cuando les picaba a la puerta, y los que habrían eran muy caros y encima en todo el pueblo estaban con problemas de agua, al final encontramos uno con unas vistas del valle espectaculares, barato pero que solo tenían agua una hora por la mañana y otra por la tarde (como en todo el pueblo) y que la señora reconoció, otros lo omitían sin más… 
 
 
 
 
 
 

 En Coroico nos dedicamos a pasear por los alrededores, pero notábamos la fatiga por la altitud, así que las caminatas no fueron demasiado largas.




Salimos de Coroico lloviendo y llegamos a La Paz nevando, que diferencia de carretera con  la que pasamos hace 23 años, aquella es la que se hace hoy en día el descenso en bici de montaña por la carretera de la muerte, vimos muchos gringos bajando por allí, era algo que antes de ir estábamos dudosos de hacerlo o no, pero ya lo descartamos porque era mucha la gente que lo hace. 
 
 
 
 
 




Llegamos a La Paz y desde la terminal preguntamos qué bus coger a la Plaza San francisco y sin problema llegamos, ya no llueve. 


Allí buscamos hotel, al final tuvimos que dejar las mochilas para seguir buscando porque la altitud aquí sí que se nota. 




La Paz es un ciudad bastante destartalada, ruidosa y con un tráfico caótico, lo peor los tubos de escape de las busetas del transporte público que lo de la ITV no debe de existir. Además los gran parte de las casas no están pintadas, solo ladrillo visto, bueno eso pasa en muchas ciudades del país, sobretodo en el altiplano. Pero tiene su encanto, en las plazas siempre hay un mimo, un grupo de música, un payaso….una ciudad muy animada. 



Callejeamos, utilizamos las busetas para ir de un sitio a otro y, como no el teleférico, que viajamos en todas las líneas que tiene hasta la fecha, muy práctico y barato para esta ciudad tan grande y con tanto desnivel.
 
 
 




Nos fuimos a Copacabana, la carretera está en construcción al principio y da muchas vueltas por lo que tardamos más de la cuenta, pero en cuanto empezamos a ver el Lago Titicaca que placer, es precioso, la luz, los colores, el agua cristalina, es muy bonito.

Buscamos alojamiento y vamos a tomarnos una cerveza al sol enfrente del lago y a la lavandería que tenemos mucho atrasado.  

Vendiendo truchas del lago Titicaca.
Un día decidimos ir caminando a Sahuiña, a unos 6 km., un pueblo que está también en el lago y dimos una vuelta por allí contemplando el lago, las llamas, la totora. 
 
 
 
 
 









Al día siguiente recogemos todo y dejamos las mochilas en el hotel y solo llevamos una mochila pequeña cada uno con lo justo para un día y algo de comida porque dicen que en La Isla del Sol es caro, pero no es así, hay sitios baratos como en cualquier lugar.  


 Es bonito el paseo en barco, nosotros vamos al norte, a Challapampa, llegamos y damos una vuelta, se está bien en este pueblo, sobre todo al sol, charlamos con la familia del hotel donde nos quedamos intentando aprender alguna palabra aimara, a la tarde compramos cervezas en una tienda y nos sentamos en la playa a tomárnoslas, hay algún gringo que tiene los huevos de darse un baño, debe de estar congeladita.


Nuestra habitación con vistas.






Al anochecer hace frío pero cenamos una sopa de quínoa buenísima y trucha de segundo.





Al día siguiente madrugamos y por suerte hay donde desayunar algo y tomar un café para emprender la caminata hasta el sur de la isla, al principio es subida, pero después es ya por la cumbre, hace sol, pero no demasiado, también hay nubes negras, aunque no nos llovió. 
El recorrido es muy bonito y se hace muy cómodamente y aunque vimos muchos extranjeros tanto en Challapampa como en Yumani, caminando no hay muchos, tal vez porque era temprano, no lo sé.

 
 

 
 
Llegamos a Yumani, tremenda la bajada que hay hasta el lago, por eso creo que es mejor hacerlo así de norte a sur, que de sur a norte. 
 
 
 











Volvimos a Copacabana, recogimos nuestras mochilas sin prisas porque queríamos coger un bus nocturno  a Cochabamba, después de comer cogimos el bus a La Paz, nos aseguraron que nos dejaban en la terminal de donde salen los buses a Cochabamba, pero nos dejaron en una calle que ni sabíamos donde estábamos, como nos mosqueamos no nos dijeron que la terminal estaba cerca y que podríamos ir caminando, allí nos quedamos y al preguntar ya nos indicaron, estaba cerquita al final. En la terminal ya localizados los horarios fuimos a cenar y después al bus.










 
Montañas nevadas al fondo.
En estos bus-cama se viaja muy bien, dormimos como troncos,  al llegar a Cochabamba cogemos un trufi al centro y nos ponemos a buscar alojamiento pero todo lo que encontramos es caro y uno que pone la Lonely está en obras, y como tenemos que ir a Migración tarde o temprano a sellar el pasaporte porque al entrar al país la autorización es para 30 días, pero sellándolo te permiten otros 30, vamos en un bus y como es temprano tenemos que hacer cola y esperar a que abran, está lloviendo.
Delante de migración la furgoneta que hace de todo
Mientras tanto decidimos ir a Villa Tunari, ya tenemos ganas de calorcito.








Como estamos lejos cogemos un taxi a la calle de donde salen los transportes a Villa Tunari, desayunamos y vamos en una van, al principio la carretera no es muy bonita y está lloviendo, pero al rato ya empiezan las curvas, ríos, cascadas, verde, vegetación y más vegetación, pero sigue lloviendo.









Llegamos a Villa Tunari y de momento paramos a comer algo y a tomar una cerveza, aquí hay muchos alojamientos pero no baratos (casi todos tienen piscina) y los baratos no están muy bien, al final nos decidimos por uno, en principio para esa noche, y si decidíamos quedarnos ya buscaríamos algo más barato. Como hace tanta calor decidimos dedicar la tarde a nuestra piscina y a hacer la colada, al anochecer cuando ya nos preparamos a salir cae el diluvio, una tormenta de miedo, cuando para un poco salimos a cenar.
 
Las cholitas quechua llevan la falda más corta (será la climatología)
 
 
 
 
 
 
 
 






Al final estuvimos unos cuantos días aquí, en el mismo hotel, tenemos piscina, está muy limpio y a la noche nos tomamos unos combinados que nos encantan porque en el altiplano no presta por el frío, aquí hace mucha calor y se esta muy bien, Villa Tunari es un pueblo grande, bonito y limpio desde donde se pueden hacer varias excursiones, en la oficina de turismo te dan un mapa e informan bien de como ir a los lugares y precios. Un día fuimos al parque Machia y otro a La Hormiga, nos gustó mas el Machia que está pasando el río, es muy barato y caminas por un sendero hasta un mirador donde al rato llegaron muchos monos, pasamos allí un buen rato, sin embargo en La Hormiga nos toco ir con un grupo de adolescentes gritonas y con guía que nos fue enseñando plantas y animales.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Una plantación de coca.





















En Villa Tunari teníamos de todo, en el mercado desayunábamos, también había comidas y salteñas buenísimas, tiendecitas donde tomar una cerveza en una mesa sentados, la gente es muy agradable, solíamos cenar en puestos que ponen en la calle al atardecer y preparan comidas sobre la marcha, todo muy bueno. En el hotel, que al final no cambiamos, estábamos muy a gusto. El gran problema de Villa Tunari es que no hay WIFI en casi ningún sitio, solo en un hotel muy caro y en otro que estaba completo con un grupo, lo único que echamos en falta aquí, mas que nada por contar lo bien que estábamos a amigos y a la familia.
 
El aiquileño, nuestro bar preferido 
 
 
 
























 Después de unos días decidimos mover el culo porque ya está bien, queremos ir a Totora y pensamos que primero debemos ir a Cochabamba pero al llegar a donde paran las van escucho que uno grita Aiquile y le pregunto si va por Totora, me dice que si, y vamos con él y llegamos sin pasar por Cochabamba.


Totora es un pueblo muy bonito, casas coloniales, un río, varios puentes, y casi vacio, al llegar buscamos hospedaje, es una casona recién restaurada y muy barata, posamos las mochilas y vamos a dar un paseo, cuando ya habíamos recorrido todo el pueblo hablamos con los de las van y a Aiquile no hay transporte y a Cochabamba solo a la tarde, y bueno la verdad es que viendo lo vacío que está el pueblo quedarse otro día más sería demasiado, así que volvemos al hotel y le explicamos a la chica lo que nos pasa y nos devuelve el dinero sin problema, aún nos da tiempo a ir a comer al restaurante de la plaza y a pasear otro rato.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


























Llegamos a Cochabamba y allí cogemos un bus para Sucre, llegamos muy temprano, así que esperamos un rato hasta que amanece y ya hay trufis para ir al centro. Sucre es una ciudad muy agradable, con un gran mercado, casonas coloniales, mucho comercio y muchas iglesias, callejeamos y al atardecer nos íbamos al mirador de la Recoleta, se está muy bien allí.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


















































Esperamos hasta que fuera lunes para viajar a Potosí en el ferro-bus, porque sale los lunes, miércoles y viernes. Los transportes públicos en Sucre no madrugan, así que tuvimos que coger un taxi para llegar con tiempo a la estación de El Tejar, y allí estuvimos esperando un buen rato, medio mosqueados porque el ferro-bus no estaba allí, hasta que llegó un señor que debía de ser ferroviario y  nos dijo que lo estaban reparando que hasta el lunes siguiente no haría la ruta, fue una gran decepción :-(


Desde allí cerca cogimos un bus a la terminal y otro a Potosí, la terminal es muy nueva y está bastante apartada del centro, pero hay muchos buses que van allá, otra vez la maldita altura!, pillamos hotel y salimos a callejear y a comer unas salteñas. A la noche hace mucho frío menos mal que en la cama tenemos 5 mantas y un buen edredón.
 
 
 
 
 
 
A la mañana cogemos un bus urbano para subir hasta el cerro rico aunque no tenemos pensado entrar a una mina porque ya lo hicimos la ora vez que estuvimos en Bolivia, aunque allí hay gente que te lo ofrece (sin falta de subir con una agencia), estamos por allí hablando con la gente, aunque no son demasiado abiertos.









Un poco más abajo nos tomamos unas cervezas en "la cervecería mas alta del mundo", que no sé si será verdad, pero eso pone el eslogan, muy alta si que está.
Un poco más abajo nos tomamos unas cervezas en "la cervecería mas alta del mundo", que no sé si será verdad, pero eso pone el eslogan, muy alta si que está.
Bajamos hasta el centro callejeando, parando en mercaditos, comiendo unas empanadas, perdiéndonos por las calles, un paseo muy chulo.









Vamos hasta Uyuni en bus, al llegar ya nos entran de diversas agencias para vendernos el tour.




En Uyuni buscando donde cenar nos parecía todo muy para turistas, así que buscamos y al lado de la peatonal vimos varios asadores, preguntamos y era carne de llama, el menú incluia una ensalada fufet que te podias echar lo que quisieras y la carne que escogieras con arroz y yuca, todo buenísimo. 



Tour Uyuni, al día siguiente ya nos presentamos a la agencia por la que nos decidimos entre una de tantas y que resultó muy bien, Rober el conductor-guía era muy majo y conocedor de la zona, contestaba a nuestras preguntas y nos contaba historias muy interesantes. Íbamos a hacer el tour de tres días, que debe de ser el más habitual, antes de salir nos presentamos, iríamos con un alemán, una galesa, una canadiense y un belga, a los demás les dejaríamos en la frontera de Chile y nosotros volveríamos, en principio, solos con Rober.
 
 


 
 
 
 










Más o menos todas las agencias hacen el mismo recorrido, el primer día salimos hacia el cementerio de trenes, la verdad es que es un gran montón de chatarra, pero es divertido, se hacen fotos muy chulas y también paramos en un pueblecito donde venden artesanías.
 
 

Después ya entramos en el salar, paramos en un restaurante de sal a comer, por donde pasa el Dakar y hay un sitio donde hay banderas, buscamos la de España pero no estaba, pero si la de Asturias :-).


Fuimos al medio del salar a hacer fotos muy divertidas, para lo que nos ayudó Rober.
 
 
 
 
 
 
 

Después fuimos a la isla Incahuasi, es una isla en medio del salar llena de cactus enormes, hay que pagar una entrada aparte para caminar por sus senderos y subir hasta la cima, yo subí y Jose decidió dar un paseo alrededor de la isla, que resultó ser bastante largo.
 
 
 
 
 
 
 
 
La madera de estos cáctus es muy bonita, además se hacen muebles, puertas.
Ví a Jose desde la cima de la isla, parecía un mosquito en la inmensidad del salar. 
Después paramos a contemplar la puesta del sol, aquí ya empezamos a notar el frío, a partir de ahora ya tendremos que abrigarnos más.
 
Friiio. 
 












Ya terminado el día fuimos a un pueblecito donde está el hotel de sal donde dormiríamos, Rober nos sirvió la cena, está todo buenísimo.
El hotel de sal de la primera noche. 
Al acabar de cenar recogemos a un señor y vamos con él a una cueva que parece ser se utilizaba para enterrar a los difuntos y a un mirador a ver las estrellas, pero hace frío y además el cielo no está tan espectacular como debería porque está bastante nublado y además hay luna llena.
 
 







Al día siguiente tras el desayuno ya montamos en el todoterreno y vimos varios volcanes, muchas lagunas, algunas con muchos flamencos rosas, que nos dicen que hay tres tipos, cada vez sentimos más frío, se nota que ya estamos a buena altura.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Todas las fotos son nuestras menos ésta que la hizo Robin el belga, gracias Robin y recuerdos a Meghan!. 

Llegamos a estar a 5.300 m.s.n.m., después llegamos al Parque Nacional Eduardo Avaroa y la Laguna Colorada, donde pagamos la entrada.




















Al atardecer llegamos al albergue donde dormiremos, hace mucho frío, estamos a más de 5.200 m.s.n.m. y se nota, además sopla un airecillo cortante, hoy dormimos los seis en una habitación, aquí no hay luz y mucho menos ducha de agua caliente, dormimos bien con un montón de mantas encima, aunque yo poco a poco voy quitando porque me molesta tanto peso.
 
 
 













Antes de amanecer nos levantamos a desayunar y después vamos a unos geiseres, casi apetece meterse dentro por el frío que hay.

Calentamos en las aguas termales, aunque hay que pensárselo dos veces para poner el bikini en aquel vestuario, dentro del agua se está muy bien, a 38º.





Llegamos a la frontera y allí dejamos a nuestros compañeros de ruta que continuarán viaje hacia Chile de momento.
 
 
En este gran desierto esto verde es lo que se utiliza para hacer el fuego.




Volvemos con Rober hasta Uyuni parando en alguna laguna, un par de pueblos y en el Valle de las Rocas. En el pueblo donde paramos a comer de pic-nic llama la atención porque se llama Villa Mar (???).




Llegamos a Uyuni y como no tenemos prisa porque nuestro bus sale a las 8 de la tarde vamos a tomar unas cervezas con Rober, y después nos deja en la calle donde paran todos los buses, compramos los billetes, dejamos las mochilas y nos vamos a cenar a la parrilla del otro día.


Nos queda solo una semana de viaje y no sabemos muy bien qué hacer, al final nos decidimos por regresar a Villa Tunari, jeje, se nota que nos gustó el pueblo, no?, en principio pensábamos estar uno o dos para ir acercándonos a Santa Cruz, de donde salía nuestro vuelo, pero al final fueron más días, así que vamos hasta Cochabamba y después a Villa Tunari, los últimos días ha llovido bastante, los ríos están muy crecidos, sigue lloviendo pero no tanto, esta vez cambiamos de hotel, aunque nos gustaba más el otro, pero buscamos uno con wifi y este tiene, pero porque nos dieron la clave del de al lado, que es mucho mas caro, como la señal no es buena solo lo cogemos desde la puerta, pero nos apañamos. 




Un día vamos a Shinaota, pensábamos que era un pueblo pequeño pero no, lo que si se nota es que aquí no paran muchos extranjeros, Shinaota fue famoso porque en su día se vendía en el mercado cocaína por kilos como si de harina se tratase, pero hoy en día la cosa está más controlada, es un pueblo con mucho comercio, y estamos un rato en el almacén donde vende la hoja de coca hasta que nos da la impresión de que no les agrada mucho que estemos por allí.
Así que nos vamos a tomar unas cervezas a la terraza de un bar y al final estuvimos con unos viejitos que había allí, y que no veas el ritmo que tenían tomando sus cervezas, vamos que nos fuimos de allí medio zuspias y ellos allí siguieron.
Un día nos comimos un pescado, era pacú asado, estaba buenísimo en el Aiquileño, solo lo hacen los martes al medio día.

N nos despedimos con pena de los amigos que ya habíamos hecho en Villa Tunari.
Vamos a Buena Vista y para ello tuvimos que coger varios taxis compartidos, de pueblo en pueblo, pero sin problema, llegar y montar en otro. Nos desviamos de la carretera para ir a Puerto Villarroel, queríamos conocer el pueblo de Xuxa (la esposa del capitán del barco por el río Mamoré) y de donde salen los barcos hasta Guayaramerín cuando los ríos están crecidos, nos encantó este pueblo.
 
 
 
 
Me encantan estas papeleras anti perros revoltosos









 En Buena Vista nos costó un poco encontrar hospedaje, según nos dijo la señora donde al fin encontramos, que había un doctor japonés en el pueblo y que era muy famoso, por lo que venía gente de muchos sitios a reparar sus males. La primera noche estuvimos en una habitación con baño compartido, pero grande y muy limpia, y después ya nos cambiamos para otra con baño, estamos bien porque además tenemos hamaca, nevera y wifi.
 
Que bien se está!



Habíamos leído que en la zona de Santa Cruz había muchos pueblos de menonitas y justo los vecinos de habitación lo eran, ella estaba enferma y era paciente del japonés, pero no debía de irle muy bien el tratamiento porque tenía cara de amargada, y su marido nos miraba tan raro como nosotros a ellos, pero él sin el más mínimo disimulo. Eran menonitas light porque veían la tele, el señor fumaba y marcharon del hotel en taxi, no en coche de caballos.

Hace muchísima calor, el pueblo es muy bonito, casas coloniales, tranquilo, limpio y bien cuidado, con sitios agradables para tomarnos una cerveza y buenos restaurantes y baratos y gentes muy agradables.



 Un día vamos caminando hasta el río a unos 4 km, el sol es bestial y apenas hay sombras de los árboles, porque el sol cae a plomo, y a medio camino hacemos dedo y nos paran, al llegar al río vemos que no hay mucha agua, poco más de la rodilla. Nos sentamos en una sombra junto a una familia que nos regalan mangas, Van los niños a bañarse, la gente que cruza al otro lado en moto o a caballo. Otros que pretenden cruzar una vaca a la que parece ser que no le gusta demasiado el agua, pasamos la tarde muy bien.

Buena Vista está a los pies del parque Nacional Amboró, pero la entrada está bastante lejos, preguntamos pero al ser solo dos nos salía muy caro y pasamos.
 

Nos habían hablado de una finca cafetal que tiene un hotel donde, además, poder pasar la tarde en la piscina, pero fuimos allá y estaba de mantenimiento, así que dimos la vuelta, y fuimos parando en los barrios cercanos.

Ya nos tocaba regresar a Santa Cruz, fuimos en taxi compartido en dos escalas, al día siguiente salía nuestro vuelo, no nos apuramos porque la ciudad estaría solitaria como cuando llegamos que también era domingo, pero al llegar vimos que había mucho más tráfico. Fuimos al hostal de la otra vez, en el primer anillo, que por cierto, esta vez nos tocó una habitación mucho más chula. Comimos una parrillada tipo bufet que nos pusimos bien y después una cena ligera y como había tanto ambiente hasta nos tomamos unas copas, bonita noche en Santa Cruz, que diferencia con la otra vez, la chica del hotel nos dijo que era porque se aproximaba la Navidad que después del 1 de enero volvería a quedar solitaria la ciudad, en especial los domingos.
El avión pirata.
Nuestro alojamiento estaba muy cerca de este avión, que parece ser que misteriosamente apareció estrellado y vacío y nadie se hizo responsable de él.


Al día siguiente fuimos hasta el mercado donde había muchos menonitas, en nuestro hotel también y después cogimos un bus para llegar a la Plaza del Estudiante, de donde salían los buses al aeropuerto.
Llegamos el día 20 al amanecer a Madrid y después de un desayuno "castizo" de chocolate y churros nos volvimos a Asturias en bus.